Imagine una reserva natural de 200 hectáreas o, lo que es lo mismo, un espacio equivalente a aproximadamente 200 campos de fútbol. Añada ahora un bosque tropical, húmedo y caluroso, prácticamente intacto. Gorilas. Elefantes. Pigmeos. Naturaleza en estado puro. Bienvenidos a Dzanga-Sangha.
Creada en 1990 y situada en el suroeste de la República Centroafricana, junto a las fronteras de Camerún y la República del Congo, Dzanga-Sangha forma parte de las tres joyas de la corona de la zona, unidas por el río Sangha: los parques de Lobéké y Nouabalé-Ndoki. Juntos constituyen uno de los espectáculos más hermosos (y más grandes) de la tierra, uno de esos recovecos primitivos donde la ley no la impone el hombre, sino la naturaleza. “Me impresiona ese ambiente que aun perdura, como de ‘El corazón de las tinieblas’, donde tienes la sensación de que los animales todavía son los que mandan”, explica Joan Riera, antropólogo especializado en turismo responsable en África Central y escritor de la primera guía en español sobre Camerún.
Gorilas y elefantes, los reyes de la selva
Riera habla con absoluto respeto y admiración de Dzanga-Sangha. “Es una de las regiones más extensas y menos perturbadas, una joya para amantes de la naturaleza”, asegura. Sin duda, su mayor atractivo son los gorilas de llanura, los únicos del mundo habituados a la presencia humana. Contemplar a estos animales de 200 kilos a tan sólo unos metros de distancia es una experiencia mágica e inolvidable. Los guías, autóctonos de la tribu Baka, emiten chasquidos con sus lenguas, como si estuvieran jugando una partida de ping-pong, para advertir a los animales de su llegada. Pero los primates no son lo único llamativo de este pulmón africano. Por él también pululan elefantes de selva, búfalos, loros de cola roja, antílopes bongos en peligro de extinción, chimpancés y leopardos, aunque éstos últimos son más difíciles de avistar. “En Dzanga-Sangha pueden llegar a verse hasta 150 elefantes de selva juntos”, puntualiza Riera. Sabe bien de lo que habla, pues la zona concentra a casi 3.000 paquidermos, un espectáculo único.
Los Baka, una pieza clave
En los aledaños de los caminos de tierra que discurren hasta Dzanga-Sangha se adivinan chozas que, a primera vista, parecen frágiles elementos integrados en la imponente naturaleza. Sus habitantes, los Baka, construyen estas cabañas con barro y madera. La crisis del ladrillo nunca ha hecho acto de presencia por estos lares. Ni siquiera han oído hablar de ella.
La tribu es una pieza fundamental tanto en la vida diaria como en el desarrollo de la reserva natural. “La gestión del parque la llevan a cabo biólogos europeos y también autóctonos que están contratados y que son los que te aseguran ver los gorilas de llanura”, indica Riera. Estos pigmeos, que suelen medir entre 1,30 y 1,40 metros de estatura y cuyo aspecto presenta dientes serrados y tatuajes estéticos, se dedican principalmente a la caza y a la recolección. Precisamente, una de las prácticas más comunes es la caza con redes, de la que pueden participar los turistas que se acercan hasta la zona. Otras actividades que los caracterizan son las danzas y los cánticos, lo que les lleva a estar en armonía con sus ancestros. Dentro de Dzanga-Sangha no vive nadie, pero en los alrededores, junto a los Baka, y en la población colindante, Bayanga, se concentran unas 15.000 personas.
Espacio protegido
Aunque pueda parecer extraño, a este corazón verde apenas llegan turistas. “Como se dice en inglés, es un must. Dzanga-Sangha va camino de posicionarse como un parque muy importante. No es que no lo sea, pero todavía recibe poco turismo. Quien quiera ver gorilas y elefantes, éste es el sitio”, afirma Riera.
Y es que el enclave se configura como uno de los puntos a proteger por parte de la World Wide Fund for Nature(WWF), que ha llevado a cabo iniciativas para su conservación apoyadas por las redes sociales. Mientras las madereras siguen acechando, el calor y la humedad embellecen el ambiente de Dzanga-Sangha. Los gorilas, ajenos a las presiones externas, se limitan a observar con ojos curiosos a sus invitados.